Una tormenta puede causar múltiples daños a un vehículo, afectando tanto su apariencia como su funcionamiento. Aquí hay algunos de los daños más comunes:
- Daños en la carrocería: El granizo, las ramas caídas y otros escombros arrastrados por el viento pueden provocar abolladuras, arañazos y roturas en la carrocería del coche.
- Vidrios rotos: El impacto de granizo grande o escombros puede romper los parabrisas y las ventanas, lo que no solo es costoso de reparar, sino que también compromete la seguridad del vehículo.
- Inundación: Las fuertes lluvias pueden causar inundaciones que afectan el sistema eléctrico y mecánico del coche. Los vehículos que se sumergen en agua pueden experimentar fallos en el motor, problemas eléctricos y daños irreparables en el interior.
- Corrosión: La exposición prolongada al agua y a la humedad puede acelerar la oxidación de las partes metálicas del coche, causando corrosión que debilita la estructura del vehículo.
- Problemas eléctricos: La lluvia intensa y la humedad pueden infiltrarse en los sistemas eléctricos del coche, causando cortocircuitos y fallos en componentes como las luces, los limpiaparabrisas y los sistemas de entretenimiento y navegación.
- Problemas de motor: El agua que entra en el motor puede causar un fallo catastrófico conocido como «golpe de agua», donde los cilindros del motor se llenan de agua, impidiendo que el motor funcione y provocando daños graves.
Para minimizar estos riesgos, es importante estacionar el vehículo en un lugar seguro, preferiblemente bajo techo, durante las tormentas. Además, es recomendable revisar el coche después de una tormenta para identificar y reparar cualquier daño lo antes posible.