Capítulo 4: La promesa del espíritu del porvenir
La habitación estaba en silencio. Jaime respiraba profundo, intentando calmar la maraña de pensamientos que el espíritu del presente había dejado tras su visita. Apenas había cerrado los ojos cuando una brisa fría recorrió el cuarto, levantando ligeramente las cortinas.
Esta vez, el espíritu no necesitó anunciarse. Su presencia llenó la estancia con un aire solemne. La figura, alta y esbelta, estaba envuelta en un manto oscuro que parecía absorber toda la luz. No habló, pero su gesto, un leve movimiento de la mano, invitó a Jaime a seguirlo.
Sin necesidad de palabras, ambos se encontraron en un escenario desolador: los campos de Jaime, ahora convertidos en un páramo de tierra seca y estéril. Las máquinas, abandonadas y cubiertas de óxido, se erguían como esqueletos de un pasado que parecía haber sido olvidado. Jaime sintió un peso en el pecho mientras observaba la escena.
“¿Esto es lo que me espera?”, preguntó finalmente, su voz temblando.
El espíritu no respondió, pero señaló un camino que los llevó a un pequeño mercado local. Los puestos estaban casi vacíos, y los rostros de los agricultores que reconocía estaban marcados por la tristeza y el agotamiento. Jaime vio a Pedro, el vecino que había visitado en la visión anterior, discutiendo con un comprador sobre el precio de unos pocos sacos de grano.
“La cosecha no ha sido buena este año”, dijo Pedro, con la voz apagada. “No pude arreglar las máquinas a tiempo, y la producción se perdió.”
El espíritu llevó a Jaime a una última parada: una pequeña oficina desordenada que reconoció al instante. Era su propia oficina, pero estaba vacía. Los estantes, que alguna vez estuvieron llenos de catálogos y herramientas, ahora estaban cubiertos de polvo.
“No… no quiero esto”, murmuró Jaime, sintiendo cómo una punzada de angustia lo atravesaba.
El espíritu se giró hacia él, y por primera vez, Jaime sintió que aquellos ojos ocultos lo miraban directamente. Aunque la figura permanecía en silencio, Jaime comprendió el mensaje: aún había tiempo para cambiar.
De repente, la escena comenzó a desvanecerse. Las máquinas rotas, los campos áridos, y el mercado en ruinas desaparecieron, dejando a Jaime de vuelta en su habitación.
Se incorporó lentamente, con el corazón acelerado. Esta vez, no sintió confusión, sino una determinación férrea. Carmen, que ya estaba despierta, lo observaba con curiosidad.
“¿Qué pasa, Jaime? Te ves diferente.”
Jaime tomó su mano, con una sonrisa decidida en los labios. “Tengo cosas que hacer, Carmen. Es hora de cambiar las cosas.”
El amanecer comenzaba a teñir el cielo de colores cálidos, y Jaime se levantó con una energía que no sentía desde hacía años.
¿Qué decisión tomará Jaime?
Después de esta reveladora noche, Jaime despierta con un peso en el corazón y una chispa de esperanza. Pero el verdadero cambio no se da solo con sueños…
Mañana llega el capítulo 5, donde descubrirás si Jaime está listo para transformar su vida y cosechar una nueva esperanza.
¿Podrás esperar?
Bueno como se de buena tinta que la espera suele ser aburrida, tal vez te quieras entretener «echando un vistazo aquí«.
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