Es uno de los olores más característicos que hay y son muchas las personas a las que les encanta sentir el olor de la gasolina.
Un grupo de investigadores de la Universidad de Liverpool afirma que esto se debe a una razón tanto psicológica como fisiológica.
La explicación dice que se debe al fenómeno Proust, llamado así por el famoso escritor francés Marcel Proust, autor de “En busca del mundo perdido”. Según Proust, el olfato puede evocar emociones más rápida y eficazmente que cualquier otro sentido, debido a que el sistema olfativo está bastante cerca de las partes del cerebro que se ocupan de las emociones y la memoria (amígdala e hipocampo).
Hay otra teoría según la cual el olor a gasolina no nos gusta nada, pero el cerebro nos engaña. Los científicos sostienen que la pequeña cantidad de benceno que contiene la gasolina adormece el sistema metabólico, provocándonos una breve sensación de euforia.
Esta teoría la corroboraría el hecho de que a las mismas personas a las que les gusta la gasolina también les gusta el olor del esmalte de las uñas, la pintura y las pelotas de tenis. Todos tienen un elemento común: el benceno.
El benceno es extremadamente tóxico para los humanos y su inhalación en exceso puede provocar enfermedades como cáncer o irritación de los pulmones y la piel, así como afectar al sistema nervioso.
Fuente: autobild.es